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Hygge: la esencia de habitar mejor con luz (II)

Sin ella no hay vida. Cualquier ser vivo del planeta necesita luz para sobrevivir, y según multitud de estudios, también es fundamental para acercarse más al abstracto concepto de felicidad. La luz, o la falta de ella, condiciona nuestro comportamiento también en casa. La ciencia ya ha demostrado los beneficios para la salud de recibir luz natural a diario. Lo difícil es optimizar cada rincón de la casa  


Hygge: la esencia de habitar mejor con luz (II)

Hygge: la esencia de habitar mejor con luz (II)

Los daneses lo llaman “hygge”, los alemanes “gemütlichkeit» y los finlandeses hablan de “sisu” para definir el bienestar. Sea cual sea el término, todas las sociedades comparten la necesidad de sentir la luz natural. Y el diseño tiene mucho que decir para optimizar los recursos disponibles. 

Tan importante es la presencia de luz en nuestro entorno que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estudiado la relación entre la salud mental y física y la exposición a la luz natural. Los resultados demuestran lo que todos intuimos: que las personas que no se exponen a la luz o incluso a vistas agradables como un parque, tienen un 60% más de posibilidades de sufrir una depresión.

 

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Estar conectados con la naturaleza, con la luz y los sonidos que hay en ella es un sinónimo – científico y demostrado – de salud. De hecho, algunos médicos, especialmente en Reino Unido, recetan “baños verdes” o lo que es lo mismo, salidas al exterior, al campo, a la luz. Aunque pueda parecer exagerado, la realidad es que la luz solar es la principal fuente de vitamina D, que no es sólo buena para la salud ósea (raquitismo) sino que evita la debilidad muscular. 

La serotonina, también conocida como la hormona del bienestar, se genera en mayor cantidad cuando nos exponemos a la luz solar. Mejora el estado de ánimo  y regula el ritmo circadiano.

Tal y como apunta el  Instituto de la Felicidad de Dinamarca – sí existe, no es una invención – sobre la presencia de luz en las casas, la fototerapia – es decir, al exposición a fuentes lumínicas que imitan la luz solar – es recomendable para tratar entre otros síndromes el SAD o trastorno afectivo estacional, muy extendido en los países nórdicos bañados por la oscuridad en los meses de invierno.  

Sería insensato afirmar que la cura para cualquier mal es la luz, pero sin duda, cualquier estrategia, por modesta que sea, puede transformar nuestros espacios en lugares más acogedores y en muchos sentidos, más luminosos. 

 

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Ideas para casas poco luminosas:

Aprovecha materiales que reflejen la luz. Desde objetos decorativos brillantes, pasando por espejos, hasta el color de la madera del suelo o la tela de las cortinas. Todos los elementos influyen para retener el máximo de luz. Colocar estratégicamente un elemento que “destelle” luz hará que la habitación se vea más grande. Un buen ejemplo es lo que les ocurrió a los 3000 habitantes de Rjukan, un pueblecito de Noruega, condenado a vivir a la sombra literalmente de las montañas. Por eso instalaron unos grandes espejos para poder capturar y reflejar la luz natural. 

El color blanco es tu gran aliado: aligera y genera la sensación de luminosidad, al igual que los colores claros. 

Acerca tus muebles: Colocar ciertos muebles cerca de las entradas de luz – una cama, un sofá, una butaca – es una solución de lo más simple que no siempre se cumple.  

No todo son lámparas. Qué mejor manera de crear hygge que con velas.  

Tipos de iluminación (y lámparas) para una casa: 

Lámparas de techo: es la luz difusa o general, que ilumina una habitación desde arriba. En este caso lo recomendable es que estén situadas a unos 50-60cm de una mesa de comedor por ejemplo. 

Lámparas de pared: generan luz ascendente que puede complementar a la general y son estupendas para crear ambientes en distintos momentos del día. 

Lámparas de estudio: llamadas así porque focalizan en un espacio pequeño y limitado. También sirven para destacar un elemento, por ejemplo una fotografía o un cuadro concreto. Otra recomendación es pararse a valorar la luz con la que trabajas. Ya sea desde casa o desde el estudio de casa, una intensidad alta de luz ayuda a la concentración y a evitar la vista cansada.